Termina el año y no voy a hacer un concienzudo análisis de la situación actual y de los retos a los que como sociedad nos enfrentamos como el que ha realizado el Centro Cristianismo y Justicia. Tampoco lo haré con referencias artísticas como lo hace mi amigo Álvaro en su blog.
Termino el año compartiendo mi situación vital... Brujuleando...
Brujulear, en su primera acepción del diccionario de la Real Academia Española significa: "Descubrir por indicios y conjeturas algún suceso o negocio que se está tratando". La realidad es compleja, no resulta sencillo hacer análisis, ni juicios de valor. En ocasiones tenemos que reconocer que no tenemos respuestas para todo. Podemos vislumbrar pequeños signos, indicios,... Es en esa consciencia donde encontramos la felicidad, para conseguirlo hace falta ir más despacio, descalzarse, silenciarse. Todos estamos llamados a un proyecto, a un sueño, encaminados al principio y fundamento. Y descubrir cómo materializarlo constituye mi primer objetivo vital
En este contexto, el año que despedimos ha sido un regalo, ha estado cargado de experiencias diversas, de encuentros dichosos, providenciales, he tenido oportunidad de seguir profundizando en esa búsqueda que nos dirige hacia un claro horizonte, abierto a lo universal. Me siento afortunado por hacer este camino con mucha gente, ser consciente de esta compañía me hace profundamente feliz.
El año que comenzamos espero que sea justo, que traiga buenas noticias para aquellos que más las necesitan, que sepamos vivir y transmitir esperanza en una situación tan complicada. De esta sólo podemos salir si lo hacemos juntos, con la confianza puesta en Aquel que nos quiere de forma incondicional y que antes que nosotros soñó por nosotros.
¡FELIZ 2014, DESEO SEGUIR BRUJULEANDO!