"No se enciende una lámpara para cubrirla con un recipiente o ponerla debajo de la cama"
Lc 8, 16
El Evangelio de hoy es tremendamente sugerente. Jesús nos invita a llevar la buena noticia a todos y de forma especial a aquellos que más lo necesitan. Me gusta la actualidad del Evangelio y me gusta recibir esta invitación como parte de la Iglesia.
Vivimos un momento en el que se vive una cierta sensación de euforia por las palabras, los gestos, los signos del Papa Francisco. Comparto el razonamiento expresado por José María Rodríguez Olaizola en pastoralsj, que la Iglesia es mucho más que el Papa y mucho más que este momento histórico actual; si tradicionalmente hemos defendido que la Iglesia la formaba todo el pueblo de Dios, también hoy debemos reafirmarnos en este postulado.
No obstante, no podemos sino agradecer los gestos que desde la sencillez y la humildad está realizando el Papa actual, ante todo porque hace visible el rostro de la Iglesia, la Iglesia de siempre, la que intenta vivir en medio de la dificultad y la limitación el Evangelio, la Iglesia que se sitúa al lado del que está necesitado. Hoy más que nunca es tiempo de seguir confiando en el dueño de la mies, y de pedirle fuerzas para seguir trabajando de forma sencilla y humilde por el Reino de Dios y por anunciar que hoy en medio de la crisis hay razones para la esperanza. Por todo esto, no puedo sino dar las gracias por el tesoro de esta comunidad, a la vez santa y pecadora, peregrina al encuentro del Dios que se hace presente en nuestros días.
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