jueves, 14 de marzo de 2013

Agradecido y contento...


El día de hoy ha sido intenso. La tarde la he dedicado a impartir 6 horas de actividades prácticas correspondientes a la asignatura Estructuras y Construcciones. Me enteré que teníamos nuevo Papa en el intermedio de una de ellas, el Twitter afirmaba que la fumata era blanca y una amiga, Granada del Barco, me enviaba el sonido de las campanas de la Catedral que repicaban de alegría por el nuevo papa.
Todo cambia muy rápido, tan sólo ocho años atrás nos resultaría imposible poder seguir las noticias en tiempo real.

Recibo la noticia del nombramiento de Francisco trabajando, en lo cotidiano, en lo sencillo, en lo que hago día a día. Quizás esta es una de las cosas que he aprendido de la Acción Católica y que es muy propio de la espiritualidad ignaciana, descubrir a Dios que está presente en lo pequeño y débil. La realidad como espacio privilegiado y único para el encuentro de Dios. A nuestro Dios no lo podemos encerrar en un templo, ni en una ciudad, está donde quiere y quizás esa presencia nos desconcierta, pero a la vez llena de emoción cada instante de nuestras vidas.
El nombramiento de Francisco, como nuevo Obispo de Roma lo recibo con gran alegría y esperanza. Había escuchado referencias suyas, y la verdad es que parecía un sueño que una persona como él alcanzara un puesto tan importante en nuestra Iglesia. Parece una persona humilde, los periodistas remarcan que le gusta ser austero, que vive en un piso y no en el Palacio Arzobispal, que utilizaba el transporte público. Lo que debiera ser normal desgraciadamente es noticia. El nombre que ha elegido, ya nos lo explicará él, pudiera estar relacionado con Francisco de Asís. En la tradición católica los nombres pretenden poner a la persona bajo la advocación de una persona santa a la que profesas gran veneración.
Sus primera aparición y sus primeras palabras sin duda muestran su carácter apacible y conciliador, su preocupación por toda la humanidad, y su humildad al pedirnos a todos que recemos por él.
Por ello no puedo dejar pasar el día de hoy de dar las gracias por la Iglesia y por su persona. Y pedir que le ayude en la difícil tarea que tiene en la tarea del Gobierno de la Iglesia.
Termino el día como empezaba la tarde pidiendo al Señor que nos dé pastores según su corazón

1 comentario:

Pepe Moreno Losada dijo...

Me alegra.... tu reflexión ignaciana y de acción católica. Un abrazo.