La liturgia de la Palabra del día de hoy, trae a nuestras celebraciones dominicales la parábola del Padre bueno. Cuando los fariseos y escribas de la época de Jesús ponían en cuestión que comía con pecadores y publicanos, Jesús les sorprende con esta parábola. Sin duda, Jesús ponía en cuestión el orden pre-establecido. A nosotros, aun en nuestros días, nos debería llamar la atención la misericordia de este Padre que perdona de forma incondicional a su hijo.
O quizás no debiera sorprendernos, porque quizás ya hemos experimentado esa misma misericordia con la que nos ama y acompaña en medio de la limitación y el pecado. En la segunda proclamación de la lectura en Rezando Voy proponían ponernos en el papel del hijo pequeño. Supone un ejercicio fantástico, porque seguro que nos vemos reflejados en tantas ocasiones en las que nos hemos sentido perdonados por los otros y de forma especial por Dios.
Hoy vivimos, una vez más la invitación a convertirnos de corazón, a contemplar el rostro de Dios que se nos desvela en Jesucristo y que transformados por Él vivamos en medio de nuestro mundo.
Feliz semana
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