Es un día hoy de Fiesta en la Liturgia Católica, las vestiduras del sacerdote son las propias de los días Pascuales, de color blanco, que simboliza alegría y paz. Celebramos hoy el día del Amor Fraterno.
El Jueves Santo rememoramos en cada una de las celebraciones litúrgicas el amor que nos ha tenido Dios, tanto que nos entregó a su Hijo único, que con su encarnación ha hecho todo sagrado. Me fascina y me cuesta expresar con palabras el amor que Dios nos tiene, Dios nos quiere de forma gratuita; la mirada con la que Dios nos mira es distinta a la mirada del mundo, Dios es tan bondadoso que no condiciona su acción a un determinado comportamiento por nuestra parte, nos quiere con un amor apasionado, generoso y gratuito.
La vida de Jesús es muestra de este amor, Jesús dirá la Escritura que "pasó haciendo el bien". En el culmen de su vida, y celebrando la Pascua con sus amigos y amigas. Jesús nos mostró el camino de la verdadera Pascua: el servicio. Jesús tomó la jofaina, se arrodilló y lavó los pies a sus discípulos, Jesús adopta el papel del sirviente de la casa, y su intervención posterior no deja lugar a dudas: si yo soy el Maestro y Señor y os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo. En ese mismo lugar, Jesús instauró el sacramento de la Eucaristía.
La Eucaristía es el sacramento que nos permite celebrar la nueva Pascua instaurada por Jesús, sueño en la vida como una gran Eucaristía, una mesa donde todos tengan su lugar a causa de ser hijos e hijas de Dios. La Eucaristía nos hace a nosotros también templos vivos, y nos invita a ser también sacramento allá donde estemos.
La experiencia me dice que este es el camino de la felicidad, que es cierto el Evangelio que dice que hay mayor alegría en dar que en recibir, que las experiencias de servicio de entrega se convierten en momentos dichosos. Sin embargo, no siempre es fácil mantenernos en esa tensión...
En el día de hoy deseo vivir una Santa Pascua, de verdadera conversión. Tener los mismos sentimientos que tuvo Jesús y que provienen sin duda de una relación profunda con el Padre. Me siento llamado a esa contemplación que me lance a lo cotidiano, que me lleve a servir y amar con la misma pasión con la que Dios nos ama.
Feliz día