Como resultado de la Asamblea de la semana pasada, la Juventud Estudiante Católica, ha publicado el siguiente manifiesto:
"CONSTRUIMOS UN PROYECTO, MOVIÉNDONOS"
Comunicado final de la JEC ante la XXXIV Asamblea General.
Más de cien jóvenes de distintas diócesis españolas nos hemos reunido en el Seminario Menor de Palencia para reflexionar sobre la importancia de la organización hoy en la vida de los jóvenes y de la sociedad, para profundizar en la organización de nuestro movimiento y, también, para celebrar los sesenta años de vida de la JEC. Durante los cinco días de Asamblea, militantes de secundaria, universidad y graduados, hemos redactado las líneas de orientación que marcarán las prioridades para la JEC en los próximos tres cursos.
La Juventud Estudiante Católica surgió hace 60 años en España con la inquietud de convertirnos en estudiantes protagonistas de un proceso educativo y evangelizador. A lo largo de estos años somos muchos los jóvenes que hemos vivido experiencias inolvidables que han dado sentido a nuestras vidas y han hecho de nosotros ciudadanos responsables, profesionales dispuestos a servir al bien común y creyentes adultos en la fe.
La JEC como movimiento especializado de Acción Católica responde a la necesidad de encarnarse en aquellos ambientes donde se juega el dinamismo de la sociedad, desde un talante de servicio, acogida, escucha y acompañamiento, ofreciendo la fe como propuesta de sentido sin imposiciones y haciendo camino con los jóvenes.
A lo largo de 60 años nuestra sociedad ha cambiado de una forma vertiginosa. Los militantes de JEC hemos participado de forma activa en todos estos cambios. En nuestros institutos y facultades hemos sembrado la semilla del inconformismo, la lucha por una sociedad más justa, el servicio al bien común, la denuncia de la brecha entre el norte y el sur, el estudio solidario, la participación, el debate, la tolerancia…
Dice el evangelio que “el Espíritu sopla donde quiere”. Hoy releyendo procesos e historias concretas descubrimos que en cada reunión, en cada encuentro, en cada acción, en logros y fracasos, en los debates, en los documentos… descubrimos el aliento del Espíritu de Dios que nos ha acompañado.
Nuestras escuelas de hoy como las de Ayer necesitan de humanidad para ser un lugar donde todo el mundo se sienta acogido y potenciado. Nuestras universidades de hoy como las de ayer necesitan que la ciencia vaya unida a la conciencia, que la técnica tenga rostro humano, que el saber sea precursor del cambio y no un privilegio. Nosotros, jóvenes de hoy, igual que los de ayer queremos saber qué propuesta es capaz de generar proyectos de vida llenos de sentido y de contribuir a hacer de la escuela un lugar más habitable y humano.
Aún así, sabemos que somos débiles, que tenemos dificultades, que nuestra organización no es perfecta, pero que queremos seguir enamorados de este proyecto de vida, repensando modos y motivaciones, para servir más y mejor. A tiempo completo, a veces perdido, pero de fondo siempre ganado.
Al finalizar nuestra XXXIV Asamblea General nos sentimos corresponsables con nuestro movimiento y comprometidos en el anuncio de Jesucristo en nuestra vida y nuestros ambientes. Nuestras obras y palabras son signo de un Dios encarnado que apuesta por la vida y se fija especialmente en los más necesitados. La JEC nos sigue alentando a compartir nuestra vida, a celebrar nuestra fe y a implicarnos en la transformación de la sociedad.
Ésta es nuestra vocación y nuestra misión. Y a ella nos dedicaremos dando lo mejor de nosotros mismos. En comunión con la Iglesia y colaborando con toda aquellas personas y colectivos que buscan mejorar nuestra sociedad.
La Juventud Estudiante Católica surgió hace 60 años en España con la inquietud de convertirnos en estudiantes protagonistas de un proceso educativo y evangelizador. A lo largo de estos años somos muchos los jóvenes que hemos vivido experiencias inolvidables que han dado sentido a nuestras vidas y han hecho de nosotros ciudadanos responsables, profesionales dispuestos a servir al bien común y creyentes adultos en la fe.
La JEC como movimiento especializado de Acción Católica responde a la necesidad de encarnarse en aquellos ambientes donde se juega el dinamismo de la sociedad, desde un talante de servicio, acogida, escucha y acompañamiento, ofreciendo la fe como propuesta de sentido sin imposiciones y haciendo camino con los jóvenes.
A lo largo de 60 años nuestra sociedad ha cambiado de una forma vertiginosa. Los militantes de JEC hemos participado de forma activa en todos estos cambios. En nuestros institutos y facultades hemos sembrado la semilla del inconformismo, la lucha por una sociedad más justa, el servicio al bien común, la denuncia de la brecha entre el norte y el sur, el estudio solidario, la participación, el debate, la tolerancia…
Dice el evangelio que “el Espíritu sopla donde quiere”. Hoy releyendo procesos e historias concretas descubrimos que en cada reunión, en cada encuentro, en cada acción, en logros y fracasos, en los debates, en los documentos… descubrimos el aliento del Espíritu de Dios que nos ha acompañado.
Nuestras escuelas de hoy como las de Ayer necesitan de humanidad para ser un lugar donde todo el mundo se sienta acogido y potenciado. Nuestras universidades de hoy como las de ayer necesitan que la ciencia vaya unida a la conciencia, que la técnica tenga rostro humano, que el saber sea precursor del cambio y no un privilegio. Nosotros, jóvenes de hoy, igual que los de ayer queremos saber qué propuesta es capaz de generar proyectos de vida llenos de sentido y de contribuir a hacer de la escuela un lugar más habitable y humano.
Aún así, sabemos que somos débiles, que tenemos dificultades, que nuestra organización no es perfecta, pero que queremos seguir enamorados de este proyecto de vida, repensando modos y motivaciones, para servir más y mejor. A tiempo completo, a veces perdido, pero de fondo siempre ganado.
Al finalizar nuestra XXXIV Asamblea General nos sentimos corresponsables con nuestro movimiento y comprometidos en el anuncio de Jesucristo en nuestra vida y nuestros ambientes. Nuestras obras y palabras son signo de un Dios encarnado que apuesta por la vida y se fija especialmente en los más necesitados. La JEC nos sigue alentando a compartir nuestra vida, a celebrar nuestra fe y a implicarnos en la transformación de la sociedad.
Ésta es nuestra vocación y nuestra misión. Y a ella nos dedicaremos dando lo mejor de nosotros mismos. En comunión con la Iglesia y colaborando con toda aquellas personas y colectivos que buscan mejorar nuestra sociedad.
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