En el día de hoy celebramos en España el "Día de la madre". Esta festividad ha ido evolucionando a lo largo de la historia: desde los griegos donde rendían honores a Dea hasta nuestros días que aparece como una multitud de festividades situadas en fechas distintas del calendario en función del país.
El ejercicio cotidiano de la maternidad, experimentado por cada uno de nosotros desde los primeros días de nuestra existencia nos habla del servicio, de entrega y de gratuidad. Supone un estilo de vida centrado en el descentramiento y en poner al otro en un lugar principal y prioritario de la existencia. El papel de la mujer, muchas veces en la sombra, ha sido fundamental para el desarrollo de las sociedades y para el funcionamiento de las familias.
La experiencia de la maternidad que he experimentado en casa, constituye la constación de lo increible que abordaba Jesús Sánchez en la última entrada de su blog. Amor, apoyo incondicional, optimismo e ilusión por la vida, gratuidad, son valores que no por vivirlos de forma cotidiana pueden ser menos reconocidos o valorados. Ante esta vivencia sólo queda descalzarse, reconocer que se trata de una experiencia sagrada que nos habla de lo alto, de ese amor gratuito con el que Dios nos quiere y animarnos a vivir la vida desde estos valores que nos hacen felices.
Aquellos que me conocéis, sabéis que a menudo digo que los hombres tenemos mucho que ganar en un nuevo planteamiento de la paternidad que impregnado por muchos de los valores y tareas tradicionalmente realizados por las mujeres desarrollando en nosotros la experiencia de la ética del cuidado.
Seguro, que si afrontásemos este período de crisis desde estas claves de maternidad/paternidad, las políticas serían otras y seguramente nuestro mundo sería mucho mejor.
3 comentarios:
La eterna dicotomía del amor y la muerte nos habla de la gratuidad de Dios: al igual que ocurre en determinadas especies animales en las que las hembras mueren al dar a luz, la mujer, al ser madre, muere en cierto modo pues da la vida a otro ser y deja de ser ella el centro de su existencia.
El que nace en la fragilidad y debilidad recibe el amor más gratuito, verdadero e incondicional.
¡Felicidades y gracias a todas las madres por dar cada día la vida por sus hijos!
Muchas gracias Álvaro por tu comentario en el blog.
A eso estamos llamados, a entregarnos y "morir" para hacer la vida mejor a los que nos rodean.
Seguimos en la tarea
La paradoja divina de morir para vivir tantas veces se entendió mal... a lo que Jesús nos invita es a vivir con tanta plenitud que la propia vida se reparta y se comparta, contagiando la alegría del Reino en un proyecto divino donde cada uno sea el otro, y los otros, cada uno.
Felicidades Paco por la entrada.
Un abrazo,
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