La época en la que vivimos está caracterizada, entre otras cuestiones, por una crítica exacerbada hacia los espacios comunitarios. En la religión del dios mercado, lo común se ve como "falto de eficacia" y como un obstáculo hacia la "libre competencia". La solución que nos proponen pasa por reducir al máximo los espacios de comunidad, favoreciendo la idea que "uno solo llegará más lejos".
Frente a este planteamiento neoliberal que subyace en muchas de las decisiones que se toman en nuestros días, desde las opciones para afrontar la crisis, a la forma en la que algunos configuran o valoran los curriculums, es necesario narrar otras experiencias que pongan en valor el bien común frente a los intereses individuales.
Es necesario rescatar la importancia de la búsqueda de un sentido para la vida, el carácter moral o ético de todas y cada una de las decisiones, incluso recurrir a planteamientos neurocientíficos que demuestran aquello que dice el Evangelio: "hay más dicha en dar que en recibir".
Hay una forma de estar en el ejercicio de la ciudadanía, en la política, en el mundo profesional, que pasa por la opción por hacer el camino junto a otros, por ponerse al lado de las víctimas y hacer camino junto a ellas, desde lo débil y lo pequeño, en la seguridad de que sólo desde las víctimas la salvación puede ser universal.
Por eso, no me cansaré de agradecer el trabajo de las personas que viven su compromiso político desde el servicio al bien común, aquellos que construyen ciudadanía en la militancia de organizaciones de diverso tipo, los que montan una empresa pensando en los otros, el trabajo que los estudiantes hacen al servicio del bien común, pienso en las Jornadas de Empleo organizadas por ellos mismos esta semana en la Escuela o las movilizaciones en contra de la subida de tasas, los profesores que se reúnen para hacer una Universidad con mayor calidad... Tantos y tantos espacios de servicio, crecimiento y gozo en los que se puede experimentar que "sólo si el grano de trigo muere da fruto".
Porque en la vida hay que optar, y no lo olvidemos, esto es una apuesta, pero jugamos con ventaja, nos acompaña Aquel que resucitó al tercer día.
Por todo esto seguiremos defendiendo en la calle, en la Iglesia, en el mundo profesional, que sólo desde lo común podremos ser verdaderamente felices.
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