miércoles, 31 de diciembre de 2008

Termina el año 2008

Al final de la vida me preguntarán: ¿ has vivido?, ¿has amado?... Y
yo enseñaré mi corazón lleno de nombres

Pedro Casaldáliga
Llegamos al último día del año y con él a la última entrada. Hoy es un día donde confluyen muchos sentimientos: a algunos le provoca nostalgia, la esperanza por el año que comienza y el agradecimiento por todo lo vivido durante el año 2008.
Cuando hoy me dirigía, a las 7:45 a.m. al convento de las hermanas de la Cruz para la celebración de la Eucaristía en silencio aparecían personas e instituciones con las que he celebrado la Acción de Gracias del 31 de Diciembre.
Me surgía un profundo sentimiento de agradecimiento por todas aquellas personas que hacen que nuestra vida sea más cómoda, agradecía a esas horas tempranas el trabajo de los panaderos, de las personas que ya habían limpiado la calle Sevilla (la comercial de Zafra), que en esos momentos limpiaban la plaza Grande, agradecía vivir en una sociedad organizada donde todos ponemos de nuestra parte para que todo vaya bien, nuestros sanitarios en sus guardias, por todas aquellas cosas que nos pasan desapercibidas.
Al acercarme a mi vida personal, agradezco de forma particular por la Universidad, mi espacio de trabajo, por todos los que la formamos: los alumnos, el PAS, el Personal Docente e Investigador. Por todo el trabajo en los nuevos planes de estudio preparado para el sistema de Bolonia. Siento agradecimiento en un día como hoy, por todas las personas que trabajan por un mundo más justo, porque las diferencias se reduzcan, me parece digno de agradecer el trabajo de los voluntarios, todo el trabajo en red, las personas que en distintos grupos se paran y reflexionan acerca de su dimensión económica.
La Iglesia, en medio de su/nuestra debilidad, es un motivo para dar las gracias al Padre y para seguir esperando. Este agradecimiento se hace concreto en tantas personas que entregan su tiempo, su talentos en anunciar y vivir el Evangelio, en ser buena noticia del que es la Buena Noticia. El Movimiento de Profesionales, la JEC, tantos voluntarios de Cáritas, catequistas... ¡Cuánta vida!
De agradecer es también, el cariño de los amigos que con su apoyo y cercanía me siguen ayudando a construir mi persona, que en su día creyeron en mí cuando nadie lo hacía, porque me siguen animando a arriesgar, a amar, a entregar mi vida a otra persona. Mencionar también, como no, a mi familia más cercana los cuales con su apoyo incondicional y gratuito hacen nuevo el Espíritu de la familia de Nazaret.
Muchos nombres, imposibles de poner aquí, que llenan mi corazón, que me hacen mirar el futuro con ilusión y a los que sólo puedo estar enormemente agradecido y decirles que deseo seguir haciendo con ellos el camino de la vida.

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