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Me gustaría compartir con vosotros algunas de las actitudes con las que afronto estos días:
a) Humildad: Pase lo que pase, en la Iglesia, como en toda familia humana hay de todo, el trigo y la cizaña crecen juntos (cfr. Mt, 13, 24-30). Debemos ser mansos y humildes de corazón (Mt, 11, 29), como nos dijera Jesús. Sin querer imponer nada a nadie, ni tan siquiera ser referentes morales de nadie, tan sólo siervos humildes que cumplen con la misión encomendada.
b) Escucha: con la libreta siempre a mano, para anotar aquellos detalles que hablen de Dios, estando seguro que siempre habla en lo humilde y pequeño, en el leve susurro del viento (1 Reyes, 19, 13a).
c) Agradecimiento: por el trabajo de tantas personas que llevan tanto tiempo trabajando por este acontecimiento, por la Iglesia que en medio de la debilidad y de llevar el tesoro en vasijas de barro (cfr 2 Cor, 4,7) sigue cumpliendo el mandato de anunciar el Evangelio y a Dios que hace todo esto posible.
A todos los que compartiréis la experiencia en Madrid, nos vemos allí; a los creyentes estamos unidos en la oración, a todos sed compasivos como nuestro Padre Dios es compasivo.
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