Este fin de semana he tenido la suerte de compartir con otros militantes y amigos del Movimiento de Profesionales Cristianos los Ejercicios Espirituales que todos los años organizamos. Este año hemos tenido la suerte de que nos acompañara Ricardo Cabeza de Herrera, un sacerdote diocesano de Badajoz, que con su conocimiento de la Escritura, y su forma de vivir, nos ha iluminado acerca de la compasión de Dios.
Hemos tenido la oportunidad de estar "a tiro" de un Dios que sale a nuestro encuentro y que quiere entrar en nuestra casa, aunque en ocasiones estemos tan atareados como Marta en el Evangelio de Lucas (cfr Lc 10, 38-40a); un Dios que al contrario de lo que en ocasiones pensamos ya en el Antiguo Testamento invitaba a la compasión: "Consolad, consolad a mi pueblo dice vuestro Dios" (Is, 40,1); un Dios que en la persona de su Hijo nos ha llamado a ser misericordiosos y a ser curados particularmente (Lc 4, 40); a participar en una Iglesia que es sacramento de la ternura de Dios, y a estar en un mundo que tiene el corazón roto con una "palabra de alivio" (Is, 50, 4b).
Sólo puedo dar gracias a Dios por esta Iglesia viva, con la que vamos caminando en la debilidad, pero también en la seguridad de que queremos encontrar a un Dios compasivo y cercano a las necesidades de los hombres.