Señor, que nunca olvide que
Tú estás presente en la vida, en cada uno de los acontecimientos.
Señor, que nunca olvide que
estás a la puerta llamando, aunque en ocasiones no quiera escucharte.
Señor, que nunca olvide que
la persona que se encuentra a mi lado necesita respeto y entrega.
Señor, que nunca olvide que
los conocimientos que gratis recibí gratis deben ser transmitidos.
Señor, que nunca olvide que
en tu Reino, los primeros serán últimos y los últimos primeros.
Señor, que nunca olvide que
solo soy un humilde trabajador de tu viña.
Gracias por la tu invitación para participar en tu Reino.
5 comentarios:
Perdona Francisco. Yo soy el del comentario suprimido. Por error borré parte del comentario y pulsé en PUBLICAR por lo que resultaba incompleto. Aquí va el bueno:
Pues eso, que retomo la actividad 'bloguera' tras el parón estival y vuelvo a los lugares que me gusta recorrer, como este. Acabo de ver que me incluyes en las cinco bitácoras recomendadas por el día del blog. Muchísimas gracias.
...Y sí, es muy cierto: no podemos olvidar nunca quién nos envía, porque si no, corremos el riesgo de anunciarnos a nosotros mismos en lugar de a Él... ¡y la habremos liado! Me uno a tu oración.
Saludos.
Muchas gracias por tu comentario Armando, me alegran mucho tus palabras.
Ya había comprobado con alegría que tu blog estaba de nuevo "abierto" tras las vacaciones. Nos seguimos leyendo.
Un fuerte abrazo
Bonita oración. Nos recuerda nuestra deslealtad a Dios y su eterna fidelidad al ser humano.
Debemos recordarla con frecuencia y rezarla, porque así hará que Le seamos más fieles.
Saludos
Incluso si hacemos el bien... sólo hacemos lo que tenemos que hacer.
Gracias por recordarnos nuestra fragilidad, nuestra humildad, nuestro ser instrumento... que son nuestra fortaleza.
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