Esta noche partiré a Mérida, en donde tras la ceremonia de envío partiremos hacia Madrid. El acontecimiento de las Jornadas Mundiales es controvertido, se ha debatido mucho estos días acerca de la conveniencia de un acontecimiento como este.
Me gustaría compartir con vosotros algunas de las actitudes con las que afronto estos días:
a) Humildad: Pase lo que pase, en la Iglesia, como en toda familia humana hay de todo, el trigo y la cizaña crecen juntos (cfr. Mt, 13, 24-30). Debemos ser mansos y humildes de corazón (Mt, 11, 29), como nos dijera Jesús. Sin querer imponer nada a nadie, ni tan siquiera ser referentes morales de nadie, tan sólo siervos humildes que cumplen con la misión encomendada.
b) Escucha: con la libreta siempre a mano, para anotar aquellos detalles que hablen de Dios, estando seguro que siempre habla en lo humilde y pequeño, en el leve susurro del viento (1 Reyes, 19, 13a).
c) Agradecimiento: por el trabajo de tantas personas que llevan tanto tiempo trabajando por este acontecimiento, por la Iglesia que en medio de la debilidad y de llevar el tesoro en vasijas de barro (cfr 2 Cor, 4,7) sigue cumpliendo el mandato de anunciar el Evangelio y a Dios que hace todo esto posible.
A todos los que compartiréis la experiencia en Madrid, nos vemos allí; a los creyentes estamos unidos en la oración, a todos sed compasivos como nuestro Padre Dios es compasivo.