Hoy 10 de Enero de 2010, me atrevo a expresar este deseo. Qué mejor día que aquel en el que los cristianos terminamos el tiempo litúrgico de la Navidad, con la celebración del Bautismo del Señor. Y lo hago, porque lo experimentado en estos días debe ayudarnos a vivir más felices y hacer más felices a las personas que nos rodean.
La Navidad es un tiempo de gracia en la que una vez más, hemos celebrado como Dios se ha hecho uno con nosotros, y se ha manifestado en la debilidad de un "niño envuelto en pañales", Dios ha hecho una opción por los más pobres y débiles; mostrando que nuestra debilidad y limitación también es un espacio para la salvación. Es necesario que aceptemos nuestra debilidad y las limitaciones propias y que hagamos lo propio con las personas que nos rodean.
Sólo así podremos ser transformados por la luz, aquella que algunos no reconocieron, pero que se muestra radiante en tantas y tantas personas que se entregan por los otros, ¡cuánta gente buena hay cerca mía siendo reflejo de esa Luz primera que brilló en Belén!.
Días extraordinarios los que acabamos de celebrar, que deben ayudarnos a vivir en lo cotidiano. Jesús pasó la mayor parte de su vida en una pequeña aldea, realizando las tareas propias de las personas de su edad. Este tiempo de Navidad puede ayudarnos a disfrutar también de los momentos cotidianos, a ser capaces de ponernos "en la cola" y ser uno de tantos, sin esperar trato de favor ni nada a cambio.
Espero que este 2010, sea un tiempo de Navidad, de nacer de nuevo, de vivir desde la fraternidad, abiertos a los que más lo necesitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario