viernes, 7 de junio de 2013

Celebrando el Corazón de Jesús

Celebramos hoy la advocación del Corazón de Jesús, esta advocación habla de los sentimientos y deseos que movían a Jesús. Cuando hace unos años mi buen amigo Pepe Moreno celebraba sus 25 años de sacerdote, lo hacía con esta misa votiva del Corazón de Jesús, cuando le preguntábamos por esta elección afirmaba la necesidad de profundizar en la humanidad de Jesús y en sus deseos más profundos.
En esta tarde nublada del mes de Junio, me paro a contemplar los deseos que movieron a Jesús, veo en Él un profundo amor hacia su Padre, su relación profunda con Él en la oración, cuando subía al monte; veo su amor por sus discípulos, por aquellos que llamó, porque Él así lo quiso, para que estuvieran con Él y predicaran el Evangelio; y veo su amor y deseo por sanar y dar salud, por anunciar la Buena Noticia a aquellos que tenían necesidad de ella.
Y yo, en este día quiero tener esos mismos sentimientos con los que vivió Jesús: experimentar el amor que el Padre nos tiene incondionalmente, y que este amor gratuito revierta en la comunidad y de forma especial en aquello que más lo necesitan.
Os dejo un par de textos que reflexionan sobre el día de K. Rahner y de P. Arrupe y una canción de Cristóbal Fones...
"El corazón es lo íntimo y lo evocador, el misterio que resiste a todo análisis, la ley oculta que es más fuerte que toda organización y que toda utilización del hombre técnicamente organizada. Esa palabra designa el lugar en que el misterio del hombre pasa a ser el misterio de Dios. La infinitud vacía que se interioriza aquí lanza una llamada hacia la infinita plenitud de Dios. Esa palabra evoca el corazón traspasado, angustiado, desangrado, muerto. Designa lo que significa amor inconcebible y desinteresado, el amor que vence en el fracaso, que triunfa en la impotencia, que muerto vivifica, que es el amor, que es Dios" (K. Rahner SI).

Podríamos recordar unas palabras que nos dejó Pedro Arrupe SI: "si queréis un consejo, (...), os diría que en esta devoción al Corazón de Cristo se esconde una fuerza inmensa; a cada uno toca descubrirla -si no la ha descubierto ya- y profundizarla y aplicarla a su vida personal en el modo en que el Señor se la muestre y se lo conceda".

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