Celebramos en el día de hoy la festividad de San José, el esposo de María, patrón de los seminarios, de las familias, de los obreros artesanos y también de aquellos que nos dedicamos al mundo de la Ingeniería Industrial.
Es por ello, por lo que por estas fechas en el centro en el que trabajo, la Escuela de Ingenierías Industriales, hemos estado de celebración. Durante la semana pasada el Consejo de Alumnos de organizó numerosas actividades, tuvimos la oportunidad de celebrar el Acto Académico en el que además de la Conferencia impartida por Guillermo Fernández Vara, fueron homenajeadas dos organizaciones: Ogesa y la Agencia Extremeña de la Energía, así como tres compañeros: Alfredo Álvarez, Carlos Reynolds y Pablo Valiente, por cumplir 30 años de trabajo en la misma.
Estos días han sido una oportunidad de renovar mi vocación como docente en el ámbito de la Ingeniería Industrial, me considero afortunado porque mi profesión coincide con aquello a lo que me siento llamado, acompañar a personas en el proceso de maduración profesional y personal, para ayudarlos a buscar su desarrollo.
Me siento agradecido por tantas personas e instituciones que en su momento me apoyaron y apostaron por mí, que me han acompañado a lo largo de estos años (y lo siguen haciendo). Son tantas que no cabrían en un post: mi familia, mis maestros (tantos desde infantil hasta mi director de tesis), la sociedad que ha financiado mis estudios y que me ha formado para ser profesor de Universidad, la Iglesia mostrándome la vida como espacio sagrado y una comunidad donde poder caminar y leer los pasos...
Durante estos días he visto como un grupo de estudiantes que se han volcado en organizar actividades, en poner en común sus talentos al servicio de sus compañeros, convocaban por Twitter, se animaban unos a otros, estaban cansados y a la vez ilusionados por construir sus personas, deseaban que la Universidad pasara por ellos y no que ellos pasaran de refilón por la Universidad. Eso, en los tiempos en los que corren es un verdadero milagro.
Me siento agradecido también por el clima familiar en el que en se desarrollan muchas de las actividades de la Escuela y cómo no, por el Accesit que este año me ha concedido junto a Carlos Galán el Consejo de Estudiantes en el premio al Vector de Oro, que una vez más ha sido conseguido por Eduardo Sabio. ¡¡Gracias por esta mención que me ha hecho tantísima ilusión!!.
Considero que queda mucho por hacer, debemos seguir apostando porque en la Universidad el centro sea la persona. Los estudiantes, el PAS, el PDI, debemos trabajar por construir estructuras de salvación que nos lleven a desarrollar lo mejor de nosotros mismos e irremediablemente esto nos llevará a ser más felices. A esto en medio de la debilidad quiero dedicar mi vida.